Parece que la cuarentena ya casi tiene los días contados, ya podemos salir de casa a hacer deporte, a pasear con nuestros hijxs o simplemente a disfrutar el aire fresco y del sol… podemos salir a algo más que a hacer la compra o ir a trabajar. Esta situación, que en un principio añorábamos y que anhelábamos poder hacer con muchas ganas, ahora puede que la veamos con cierto respeto, recelo o incluso miedo ¿Por qué?
Primero, es importante que tengamos en cuenta que esa sensación de extrañeza, de recelo o miedo que nos surge ante la idea de salir de casa es algo natural y esperable, pues conlleva una serie de cambios que hasta el momento no habíamos experimentado…. Recordemos que llevamos confinados en casa más de un mes, por lo que salir significa un nuevo cambio de rutina, “nuevas sensaciones” (ahora parece que el sol nos calienta más y el viento sopla más fuerte) y una nueva situación a la que adaptarse.
Sin embargo, bien es cierto que el recelo y el miedo que podemos experimentar se puede deber a muchos motivos, entre ellos el miedo al contagio… a que haya repuntes y volvamos a la situación de confinamiento… a sentir que la calle no es un lugar seguro y que el virus está en todas partes. Todo ello, en cierta medida puede ser esperable, ya que hasta el momento hemos “conocido la amenaza, desde casa” pero no hemos “convivido con ella fuera de casa”.
El miedo es una emoción, tan válida e importante como las demás, ya que nos ayuda a enfrentarnos a las situaciones que percibimos como amenazantes (nos ayuda a protegernos o a atacar). Sin embargo, en algunas ocasiones el miedo “se nos va de las manos” y “se pasa de rosca”, “nos invade” y “nos nubla” un poco el camino y nos hace más difícil salir de esa situación amenazante.
La pregunta clave en este momento es ¿hasta qué punto ese miedo nos está ayudando? ya que esto nos ayudará a saber si necesitamos equilibrar o no la balanza. En el caso de que la respuesta a esa pregunta sea un no, algunas de las cosas que podemos hacer para volver al status quo son:
- Ya que le “damos al coco”, vamos a hacerle algunas preguntas: ¿ese miedo esta dosificado o está desbordado? ¿lo que pienso o hago ayuda a dosificar ese miedo o lo alimenta más y más? ¿puede haber otra “explicación”? ¿estoy dejando de hacer cosas que me resultan agradables por ese miedo?
- Expresarte, hablarlo con otros o escribir sobre tu miedo puede ayudarte a ver las cosas con perspectiva, ventilar nuestras emociones nunca viene mal “es mejor sacarlo que reprimirlo”.
- Dedicar un momento del día para estar tranquilos (ejercicios de relajación o actividades que nos lleven a ese estado de “relax”) esto nos ayudará a ver las cosas con más perspectiva y más calma.
- Seguir las pautas recomendadas (distancia de seguridad, horario de paseos, evitar “horas punta”, etc.), sentirnos más seguros y protegidos nos puede dar más seguridad.
- Disfrutar de las salidas y de aquello que echábamos de menos (andar tranquilamente, sentir el fresquito mañanero, ver la luna en todo su esplendor, correr, ir en bici, etc.). Ya que centramos nuestra atención en los guantes y mascarillas de los demás, vamos a hacerlo también en otras cosas, ¿no?
Recuerda, es cuestión de adaptarnos a esta nueva situación… pasito a pasito y paciencia. Y si en algún momento necesitas ayuda porque sientes que te quedas corto de recursos o no puedes con ello… no dudes en buscar ayuda profesional, lo más importante eres tú, tu salud mental incluida.